Comprendiendo a Cuba

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La firma del acuerdo entre la “oposición” y el régimen CASTRO-COMUNISTA de los señores Chávez y Castro llevada a cabo ayer jueves 29 de mayo (de 2003), tuvo para mí una importancia extraordinaria pues con ella terminé de comprender total y absolutamente el drama de mi madre patria, Cuba; además, ha complementado la explicación que vengo dándole a muchos personajes de la comunicación social en Venezuela sobre los motivos por el cual se produjo el triste y dramático destierro cubano donde millones de seres humanos se lanzaron al mundo en busca de oxígeno de libertad, dejando atrás el terruño, la familia, los amigos de toda una vida, nuestras raíces y pertenencias.


Ayer vimos al grueso del liderazgo nacional venezolano apoyando la firma de un garabato histórico que tiene menor consistencia física y material que las bombas de gases lacrimógenos que nos lanza este régimen autoritario y de oprobio en cada una de nuestras manifestaciones pacíficas y constitucionales. Vimos la representación de ese liderazgo opositor sentarse en una mesa para firmar un documento que ellos – sin excepción -- sabían tendrá el valor de un pedazo de papel higiénico… y sin embargo, ahí estaban todos. Uno de ellos, despojado totalmente de su dignidad, se persignó en desesperanza antes de estampar su histórica firma sobre la burla de un pueblo que esperaba de sus “negociadores” alguito mejor luego de seis meses de “ardua labor” y a un costo de sabrá-Dios-cuántos-millones.

Si todo esto sucedió en el Siglo XXI, en un mundo globalizado y en un país saturado de medios de comunicación social adversos al régimen, con una libertad de expresión casi absoluta, donde la Internet existe como un medio de divulgación y de presión extraordinario… y en el ámbito de una campaña publicitaria de alerta jamás desarrollada en Venezuela, ¿qué podíamos esperar los cubanos en una Cuba disminuida por la dictadura y la corrupción, ante un líder de tanto poder carismático como Castro, donde la comunicación estaba en pañales, el control absoluto se hacía sentir desde el primer día en que bajaron los barbudos de la sierra y se fusilaba un “contrarrevolucionario” en cada esquina y a cada minuto?

Si el liderazgo de una sociedad políticamente madura como la venezolana, acostumbrada a más de cuatro décadas de continua democracia, no tuvo la entereza moral y política para erguirse dignamente ante lo que todos sabemos nos espera, ¿qué se podía esperar en una Cuba recién emancipada de España que arrastraba un pesado bagaje dictatorial, embochinchada por sus insaciables dirigentes y que acababa de salir de un escenario de enfrentamiento armado muy similar a una guerra civil?

No hay que engañarse. En ambos países sus líderes democráticos no estuvieron a la altura de las circunstancias, de las realidades políticas y de la historia misma. Todavía peor, en Cuba, los medios de comunicación social – en gran medida y salvo dignas excepciones -- se entregaron en su mayoría a la “conchupancia revolucionaria”; no así en Venezuela, donde emergieron como una quinta columna de oposición. Al final de este “alerta”, incluyo la tan tristemente famosa nota suicida de Miguel Ángel Quevedo, editor y fundador de la revista Bohemia en Cuba… un documento que debemos llevar todos presente mientras tengamos un hilo de esperanza al cual aferrarnos y por el cual dar, incluso, la vida.

En Cuba, cuando nos vinimos a dar plena cuenta de la necesidad de enfrentar al régimen por la vía radical, se había hecho demasiado tarde. No obstante, tenemos 44 años poniendo los muertos, los presos políticos y la división de la familia. Faltaría ver si en Venezuela nos daremos cuenta a tiempo, para – entre otras cosas – ahorrarnos la atroz desgracia de Cuba.

El cubano puso parte de su fe en los “americanos” y la cercanía con el país más democrático del planeta. Los venezolanos se engatusan pensando que la ayuda vendrá de la llamada “comunidad internacional”. Esta última se limpió sus manos y nos dejó ayer la “papa caliente” en su momento más álgido. Ya lo dijo CLÁRAMENTE el embajador “americano”, Shapiro, al salir del bochornoso, denigrante y desesperanzador acto de ayer: “… la salida de la crisis política depende de ustedes, los venezolanos…” (sic), qué más queremos, ¿qué lo repita ante un notario?

En Cuba no había ejército (imparcial o no) que nos defendiera del totalitarismo y en Venezuela el que existe está minusválido y achicopalado ante un Comandante-en-Jefe avasallador que lo apabulla, lo divide, lo corrompe y controla al máximo; pero Castro engañó al pueblo cubano, al contrario de Chávez quien desde que tuvo la primera oportunidad de hacer sentir su verbo nos dejó claro su eterno y maléfico sueño de poner a navegar a Venezuela en el mismo “mar de felicidad” en el cual ha venido navegando Cuba desde que el comunismo y la más oscura noche cargada de pesadillas se adueñó de ella.

A Castro lo ayudó la guerra fría y su adhesión al bloque soviético. Chávez pudiera contar con una alianza todavía más sólida y duradera: la sociedad con el mundo libre occidental mediante la entrega en concesión de los recursos energéticos de Venezuela, lo que lo atornillaría en el poder hasta el 2021 y más allá… ¡muchísimo más allá!

Estamos viviendo los acontecimientos que forjarán la historia contemporánea de Venezuela. Somos hoy testigos de excepción y no debemos olvidar los eventos que nos precipitan al mayor desastre que este país haya conocido e imaginado jamás. Estamos chapeando con nuestras acciones Y OMISIONES el camino hacia el control total de todo y de todos por parte de este régimen CASTRO-COMUNISTA. Lo único que nos queda ahora es determinar -- lo más pronto posible – en cuál momento el oficialismo incumplirá el acuerdo. Todavía no se había terminado de firmar la ofensa histórica cuando ya arremetía fuertemente contra GLOBOVISIÓN, el mayor medio informativo audiovisual del país… un botón como muestra de lo que nos espera de hoy en adelante. Tendríamos, además, que ir pensando qué haremos TODOS cuando demos por violado el histórico acuerdo… y quién convocará “LA GUARIMBA”.

Bien lo decía mi sabio abuelo, Don Alonso: “Cada pueblo se labra su propio destino…”

Caracas, 30 de mayo de 2003